Sentido y ser

La violencia de género desde la mirada de Elizabeth Valdez

La artista, según sus propias palabras

La primera vez que pinté con el acrílico, parecía un sueño, los colores eran muy brillantes, quería terminar los cuadros en un día, a veces me quedaba despierta toda la madrugada, por la necesidad de ver el acabado. en el tercer cuadro , supe que yo me había dedicado a pintar mi propia mi historia, que aquellas mujeres desconocidas , era yo.

Los meses pasaron y ya yo tenía una colección completa de pinturas.

Les envié las fotos a Ulla, una amiga y artista alemana, quedó fascinada, no podía creerlo, comenzó a plasmar mis pinturas en sábanas, toallas, cortinas, en todo cuanto pudiera y organizó una exposición en Ghana, la artista buscaba eso, que yo pintara sin técnicas, que pintara con el alma, todo lo que yo sentía y eso me lo dejó claro, ahí comenzaba mi liberación.

El arte me ha salvado de muchas maneras, lo primero que fui recuperando fue mi confianza, si yo hubiera podido pintar y colocar mis pinturas en una galería, entonces podía con todo lo demás. Fue paso a paso, redescubrirme, saber que era alguien, que tenía un nombre propio, que era totalmente independiente, me fue desamarrando del pasado, ya tenía un objetivo de vida, una manera de gritar mi historia de violencia doméstica, creo que esa fue la mejor parte, ir develando toda aquella oscuridad mediante los colores y los trazos.

Fue una sanación despacio, aún hoy trabajo en mi proceso de canalización, yo no pinto por placer, ni fuerzo a mi mente a hacer trazos o figuras obligadas, ni siquiera respeto las leyes del color, solo dejo que salga, cuando el cuadro está terminado, entonces lo leo, lo vacilo, escucho el mensaje que transmite y veo alguna arista de dolor, pero la dejo quieta, en algún lugar, sin ahondar mucho más, sin negar la presencia de las secuelas que quedan, pero sin forzar su eliminación. He aceptado mi historia, llegué a una reconciliación con mi persona, incluso aprendí a perdonarme y perdonar, hoy me veo al espejo con orgullo y satisfecha del camino recorrido, de todo el camino.

Reflexiones sobre la exposición:

Elizabeth nos sumerge en un mundo de sueños, una propuesta atrevida y novedosa, donde todos los trabajos fueron realizados con cartón, maquillaje y acrílico. Cada cuadro tiene un poco de Remedios Varo, otro poco de Margaret Keane y mucho de la propia Elizabeth.

Los ojos grandes de las protagonistas son claves al momento de acercarnos a la obra de Valdés. En su mayoría, nos miran a los ojos, con desespero o clamor, pareciera que quieren gritarnos algo.

Esta exposición es un llamado a escuchar a las artistas cubanas y darnos la oportunidad de descubrirnos y redescubrirnos en cada una de las obras.